jueves, 29 de diciembre de 2016

Proyecto Raquel celebra una Eucaristía en memoria de las víctimas de los abortos procurados.

En el día de ayer,  día de los Santos Inocentes Mártires, aún perdura en muchos lugares la tradición de las de bromas, de burlas, de guasas… cuando su origen es explicito: muerte al indefenso.

Por eso, un año más, miembros del Proyecto Raquel Jaén, junto a la comunidad parroquial de San Félix de Valois, han querido recordar, de forma especial, a aquellos inocentes que perdieron su vida sin saber porqué, sin razón alguna, sin haber cometido ningún delito… , especialmente las víctimas de los abortos procurados, forzados, inducidos,  obligados, impuestos…  

Una jornada de oración por ellos, como seguro Jesús pidió por todos aquellos niños que murieron inocentemente salvándole a él. Pedimos por esos hijos abortados que son inocentes y por sus madres, padres, hermanos, abuelos, que no hicieron o no pudieron hacer lo suficiente para defenderles.

Rezamos el Santo Rosario ofreciendo cada misterio y celebrando juntos, a continuación, la Santa Eucaristía, presidida por el párroco, D. Luis María Salazar y concelebrada por el Delegado Episcopal para la Familia y la Vida, D. Francisco de la Torre, como ofrenda de amor, en la presencia de cada uno de ellos, ante el Padre.

D.Luis María destacó en su homilía cómo Jesús siempre está al lado de los inocentes, de los que sufren la violencia, de todos los indefensos victimas de unas leyes injustas cómo fue aquella proclamada por Herodes.

Ante esa gran injusticia que hoy significa el aborto también tenemos que escuchar a esos padres y madres que fueron víctimas de la presión social, económica, laboral, médica,… y qué hoy, en silencio se lamentan por sus hijos abortados, como el grito de desesperanza y desconsuelo que se oyó en Ramá.

Jesús también tiene un mensaje de esperanza para ellos y, la Iglesia a través de iniciativas como el Proyecto Raquel intenta llevar de la mano a esos padres y madres heridos por el aborto para que el remordimiento que sienten y que los deja anclados en un pasado sin esperanza den el paso a un arrepentimiento que les abre una puerta al futuro, asumiendo su grave error, pero llevándolos a reconstruir su vida en la Misericordia de Dios.