martes, 9 de enero de 2018

Enseñemos nuestras llagas a Dios


«Me gusta pensar —confió el Pontífice volviendo a proponer los contenidos de la parábola del buen samaritano— en lo que sucedió a ese pobre hombre que había caído en las manos de los bandidos en el camino de Jerusalén a Jericó, en lo que ocurrió cuando el recobró la conciencia y se encuentra sobre la cama.


Preguntó seguramente al posadero: “¿Qué ha sucedido?”, el pobre hombre le contó: “Has sido bastoneado, has perdido el conocimiento” —“Pero, ¿por qué estoy aquí? —“Porque vino uno que limpió tus llagas. Te curó. Te trajo aquí. Pagó la pensión y dijo que volverá para ajustar las cuentas si hay que pagar algo más”».






Precisamente «este es el lugar teológico de la ternura de Dios: nuestras llagas», afirmó el Papa.

Y, por lo tanto, «¿qué nos pide el Señor? “Pero vamos, venga, venga: enséñame tu llaga, enséñame tus llagas. Yo quiero tocarlas. Yo quiero sanarlas”».









Y es «ahí, en el encuentro de nuestra llaga con la llaga del Señor donde está el precio de nuestra salvación, ahí está la ternura de Dios».


                                                              Papa Francisco. 14 diciembre de 2017. Capilla de Santa Marta.




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